La
tecnología con su multiplicidad de herramientas nos acerca a nuevos modos de leer, escribir,
compartir con otros y aprender en un
espacio en el que no sólo es posible generar un “lugar” de trabajo individual
sino favorecer el encuentro multicultural con personas a las que no conocemos.
Nos encontramos frente a un nuevo escenario, un nuevo “espacio” para aprender, reflexionar, comentar, consultar,
analizar, compartir: el PLE. En este entorno de aprendizaje, ponemos
también en marcha procesos cognitivos superiores para construir conocimiento de
manera colaborativa. Por esta razón ,nuestro PLE se integra a los PLN,
la “parte social” de un entorno personal.
Por
eso, y en tiempos como los que corren, la escuela no puede ignorar que los
espacios y sitios en los que aprendemos se están ampliando. Este nuevo entorno
requiere que nuestros alumnos de hoy (el
de la clase presencial en el aula de una escuela), empiecen a familiarizarse con ese conjunto de herramientas tecnológicas que
demanda este nuevo
paradigma pedagógico. Y es el docente que también tiene que “sacar su cabeza” fuera del aula y
pensar cómo hacer para que sus alumnos no sean los excluidos del mañana porque
no han tenido posibilidades de acceder a su PLE.
Estoy
convencida de la necesidad de reflexionar
acerca de nuestros PLE y PLN: pensar qué hacemos cuando leemos para
buscamos información, cuando la procesamos y
modificamos, cómo la gestionamos y la filtramos, cómo compartimos el trabajo con otros y lo
comunicamos. Estos procesos de
metacognición son valiosísimo para poder modelar luego, los procesos de
nuestros alumnos: leer, seleccionar, procesar, crear, comunicar, escribir, transformar…¿Acaso
no lo hacemos habitualmente? Quizás sí, pero ahora la tecnología nos ofrece nuevas fuentes, nuevos sitios, nuevas
herramientas para potenciar la ejecución de los procesos cognitivos.
Este trabajo de pensar en mis propios procesos,
me llevo en un primer momento a buscar cuál fue mi PLN de la adolescencia y de la
infancia: mi escritorio, mi agenda, muchas carpetas, la biblioteca de casa a la
que recurría permanentemente, los diccionarios y mi reducido entorno: mis
padres que acompañaban mi tarea. Los compañeros, una vez que salíamos del
colegio casi no nos veíamos, escasamente usábamos el teléfono para pedir ayuda
sobre algo que no entendíamos. Biblioteca escolar, la del pueblo y la de casa
ampliaban el mundo…Pocas veces compartíamos, el maestro o nuestro espíritu
inquieto eran los únicos destinatarios de lo que leíamos (o escribíamos).
¿Por
qué me voy muy hacia atrás? Porque especialmente tuve que cambiar con los años
mi PLE y volver, como en la adolescencia, a aprender a gestionarlos.
Descubrir
cuál es mi PLE
actual realmente fue un “ejercicio” muy rico: Pensaba, mientras tomaba
nota, cómo leo en la web y los sitios
que habitualmente utilizo para hacer todo el proceso: herramientas para
modificar la información según el objetivo de mi lectura, cómo y para qué tipo
de actividad las utilizo, cómo comparto en la red y construyo conocimiento.
Fue un ir y venir para definir mis propios
espacios de trabajo individual y colaborativo. Mientras “repasaba” esto, pude
ver que algunas herramientas enlazaban distintas partes de mi PLE. De manera
intuitiva fui descubriendo, por ejemplo,
que producía en Blog pero a su vez leía en ellos temas afines a mis
gustos: “No
existen ni herramientas, ni estrategias, ni mecanismos que puedan ser
considerados como exclusivos de una única parte del PLE. Cada uno de ellos,
según el uso que decidamos darle, así como el momento en el que nos encontremos,
formaran parte de una estrategia de aprendizaje u otra”
MI ENTORNO PERSONAL DE APRENDIZAJE
Elegí para la presentación de mi PLE, un Glogster:
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